4.18.2011

Día cuatro y medio

Me atraes muchísimo. Cada parte de tí hasta su más mínimo detalle me gusta. Tu cuerpo. Tu rostro. La forma en que te cae el cabello. Tus lunares. Ésa piel tan suave. El sonido de tu risa. La manera en que miras. El silencio que te envuelve cuando así lo deseas. El movimiento de tus manos. La manera en que respiras al dormir. Lo delgada y pequeña que eres. Tu imagen de niña/mujer. La vida que te rodea. Tus pequeños saltitos. Adoro lo que hay dentro de tu mente y que a veces me compartes. Los momentos en los que me dejaste entrar y saber más de tí. Adoro tu ingenuidad y lo mucho que sabes. La inocencia que proyectas. La verdad que oculta ésa imagen. Me encanta la expresión en tu rostro cuando algo te gusta. Cuando tienes una idea o el sonido que haces cuando algo te emociona. Me gusta lo expresivo que es tu rostro. Me gusta tu lado maternal. Me gusta cuando dejas salir a flote los sentimientos que guardas hacia los demás. Me encantan tus piernas, tan delgadas y estilizadas, tan llenas de vida. Adoro tu espalda, aprendí a verla por mucho tiempo al caminar detrás de tí. Me fascina tu cintura y lo irresistible que puede llegar a ser. Admiro tu vientre, símbolo de una vida que estás dispuesta a compartir. El tamaño perfecto de tu pecho, que aunque nunca hable de él, siempre he creído que sería hermoso contemplarlo. Es tentador tu cuello y tus hombros descubiertos. Tus labios y el deseo de un beso de ellos. Un deseo. El deseo de tenerte a mi lado. De poder tocar cada parte de tí, acariciar cada centímetro de tu cuerpo desnudo y anhelar que el momento no acabe. El querer compartir contigo algo así es una de las cosas más maravillosas que creo que algún hombre jamás pueda llegar a imaginar.

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